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Emblema de la Orden consistente en una cruz de gules con las extremidades flordelisadas, cada una de ellas cargada de las letras «IHSV» («In hoc Signo Vinces»), bordada de oro y cargada en el centro del monograma de Cristo (XP sobrepuesto) con las letras griegas A (alfa) y O (omega) pendientes. |
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Caballeros de la Orden con capa en el Coro de la Iglesia de San Juan Bautista de Badajoz durante los actos
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La Sagrada Orden Militar Constantiniana de San Jorge es una orden de caballería dedicada a san Jorge y consagrada a la glorificación de la Cruz, la difusión de la Fe y la defensa de la Santa Madre Iglesia. Así como la promoción de la libertad religiosa en territorios de conflicto, fundamental-mente en los lugares donde las minorías cristianas y de otras confesiones son perseguidas.
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El que suscribe, Miguel Calvo Verdú, y D. Fernando de Vargas-Zúñiga y Mendoza, Delegado para Extremadura y Caballero de Justicia, |
Existe una leyenda que atribuye su origen en tiempos del emperador Constantino en la batalla del Puente Milvio (año 312) contra el emperador Majencio. La tradición cristiana cuenta, que Constantino luchó bajo el símbolo de la cruz en la batalla, que se le reveló en un sueño. En el año 615, los caballeros constantinianos en Oriente, guiados por el emperador Heraclio, consiguieron derrotar a Cosroes II, emperador de Persia, que le sustrajeron el madero de la Cruz y lo restituyeron en Jerusalén. Dejada constancia de la leyenda, la fundación de la Orden fue otorgada por Isaac Ángelo emperador de Constantinopla (I de los Ángeles), en 1190, quien quería imitar las órdenes militares de caballería que se habían creado para defensa y recuperación de la Tierra Santa. Entre los primeros caballeros se encontraron Federico I de Hohenstaufen, Ricardo I de Inglaterra, Felipe II de Francia, Alfonso II de Aragón, Guillermo II de Sicilia, Sancho VI de Navarra y Alfonso IX de León. En 1550 el Papa Julio III reconoció la «Sagrada Orden Militar Constantiniana de San Jorge» con la bula Quod Aliasla, donde se le confirió el título y la dignidad de Gran Maestre de los caballeros Constantinianos por don Andrés Ángelo y Comneno.
El último descendiente de los emperadores de Oriente en Nicea, Juan Andrés Láscaris-Paleólogo, no tuvo descendencia, por lo que transfirió en 1697 el gran maestrazgo al duque Francisco Farnesio y a sus sucesores, acto de cesión confirmado por el emperador Leopoldo I de Habsburgo y por el papa Inocencio XII, en lo que se conoce como la bula Sincerae Fidei 1699. Al morir sin descendencia don Antonio Farnesio, duque de Parma, en 1727, se llamó a la sucesión a don Carlos de Borbón, Infante de España, hijo de su hermana Isabel de Farnesio y del rey Felipe V de España. Carlos III de España dio a su tercer hijo, el infante don Fernando I de las Dos Sicilias, el 6 de octubre de 1759, todos sus bienes italianos, y lo invistió como Gran Maestre Constantiniano, dignidad transmisible a todos los varones primogénitos. Con el tiempo quedó dividida en dos ramas conocidas como hispano-napolitana y franco-napolitana.
El actual Gran Maestre reconocido como tal por el rey de España, es S.A.R. don Pedro de Borbón-Dos Sicilias y Orleans, duque de Calabria.